El 1 de julio pasado, a las 11:12 de la mañana -hora de Chile- tuvo lugar el lanzamiento exitoso del telescopio espacial Euclid el que despegó dentro de uno de los cohetes de SpaceX desde Cabo Cañaveral en Florida, EE. UU. Euclid se encuentra posicionado en el segundo punto de Lagrange a una distancia promedio de 1,5 millones de kilómetros de nuestro planeta. La principal tarea de Euclid radica en la exploración de los enigmas fundamentales que conforman nuestro Universo: la materia oscura, que es lo que mantiene cohesionadas a las galaxias, y la energía oscura, el fenómeno responsable de la actual expansión en curso del cosmos.
Domenico Sapone, quien es académico del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, y quién también participa de este proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) observó in situ el despegue de Euclid, “el lanzamiento fue un éxito en todas sus etapas, pero para lograrlo fue sido necesario un enorme esfuerzo y trabajo”. Sapone transmitió en vivo la gran hazaña por la cuenta en Instagram, @dfi.uchile, y por la propia (@d_sapone).“El sonido ensordecedor y la vibración del aire se mezclaron con los aplausos y la felicidad de aquellas personas que, como yo, dedicaron gran parte de su vida a ver sus sueños convertirse en realidad”, comenta el cosmólogo.
Un largo viaje
El Telescopio espacial representa un proyecto de exploración ideado por la ESA. Su finalidad radica en enriquecer nuestro conocimiento sobre el Universo en todos sus ámbitos: configuración, evolución y futuro.
En 2007, el doctor Sapone se unió al experimento DUNE (Dark UNiverse Explorer) , el cual se enfocaba en la fotometría de las galaxias, es decir, en la medición de sus formas y establecer correlaciones entre ellas. También hubo otro proyecto en competencia, SPACE (Spectroscopic All-Sky Cosmic Explorer), que se centraba en la espectroscopía de las galaxias con el objetivo determinar sus posiciones exactas y tratar de comprender la expansión del universo. Ambos se presentaron a la ESA, que combinó las dos metodologías en una sola prueba, una misión de Stage 4, capaz de medir la geometría del cosmos. El nombre: Euclid, en honor a Euclides, matemático y geómetra griego de la antigüedad. En diciembre de 2011, la ESA seleccionó el programa y en 2012 lo adoptó, creando el Consorcio Euclid responsable de construir el satélite, gestionar los datos y verificar las teorías.
“Inicialmente me uní a los grupos de análisis estadísticos y de teorías. Con el paso del tiempo, mi colaboración se fortaleció participando en el Tiger Team de Science Performance Verification Package, llegando a obtener el estatus de Builder; consolidando así la presencia de nuestro Departamento”, cuenta el académico. Inicialmente el lanzamiento estaba programado para 2019, pero se aplazó a 2021, y luego a 2022 hasta que llegó el 1 de julio de 2023. “Curiosamente, al principio no se aprecia la magnitud de todo esto (…) Dieciséis años es mucho tiempo. A medida que se acerca el momento, aún no se comprende del todo, tal vez porque uno está inmerso en completar tareas y entregar resultados. Sin embargo, cuando comenzó el countdown y el cohete despegó, la emoción se apoderó por completo”, afirma Sapone.
Cada vez, más cerca
Hace unos pocos días ESA publicó las primeras imágenes que pudo captar Euclid, las que se relacionan con las dos formas de captar la luz que aportan dos instrumentos instalados en el telescopio espacial: VIS (fotometría) será el responsable de capturar imágenes sumamente detalladas de un gran número de galaxias con el propósito de medir sus formas, y NISP (espectroscopia), cámara encargada de registrar el infrarrojo cercano, obtendrá fotos de las galaxias en luz infrarroja, y cuantificará la cantidad de luz que emanan las galaxias a diversas longitudes de onda, lo que permitirá calcular la distancia de cada galaxia con altísima precisión. “La distancia entre dos galaxias depende de lo que hay entre medio finalmente. Por lo tanto, teniendo un mapeo del cosmos y de dónde se sitúan las galaxias a lo largo de 10.000 millones de años, nos permitirá entender cómo se han ido moviendo y, por ende, quién es responsable de este movimiento. Tendremos una cartografía completa de un tercio del cielo”, comenta Sapone.
Esto es el inicio de una era novedosa para la observación cosmológica y la investigación astronómica. Estos avances abren un camino para comprender la naturaleza propia de la materia y la energía oscura.
Para ver un video sobre la simulación del mapeo que hará Euclid, revisar el siguiente enlace.